
En una de nuestras últimas noticias, contábamos que el agar fue descubierto por accidente, así que hoy vamos a explicar exactamente cómo se descubrió y su poder como gelificante.
Los orígenes del agar se remontan al Japón del siglo XVII, donde se atribuye su descubrimiento a una curiosa casualidad.
Cuentan que un emperador japonés y su comitiva se perdieron en las montañas durante una tormenta de nieve y encontraron refugio en una posada. El posadero Minora Tarazaemon les sirvió una sopa de algas. Al día siguiente, notó que los restos de la sopa se habían transformado en una gelatina peculiar.
Así descubrió el poder gelificante de las algas utilizadas en la sopa y se dio cuenta de que, al hervir la gelatina nuevamente con agua, ésta volvía a convertirse en sopa. En Japón, el agar se conoce como kanten, que significa «cielo congelado», en honor a esta leyenda.
A partir de entonces, el agar se integró en la gastronomía local y se extendió por la región. La medicina tradicional china también comenzó a atribuirle diversas propiedades beneficiosas: laxante, depurativo, ayuda para la pérdida de peso y mejora del tránsito intestinal.
Con el tiempo, los comerciantes europeos se dieron cuenta del potencial del agar en la industria alimentaria y comenzaron a promover su uso en el continente, consolidando así su presencia global.
